El ciclo de las violencias en entornos de acción socioeducativafundamentos ontopraxeológicos de desarrollo profesional en Educación Social
- Ruiz Galacho, Santiago
- Víctor M. Martín Solbes Director
Universidade de defensa: Universidad de Málaga
Fecha de defensa: 23 de novembro de 2022
- José Antonio Caride Gómez Presidente
- José Manuel de Oña Cots Secretario/a
- María Belén Pascual Barrio Vogal
Tipo: Tese
Resumo
La presente tesis doctoral recoge un proceso de elaboración teórica que emana de un proceso de investigación a través de métodos mixtos, combinando una aproximación cuantitativa y cualitativa al análisis de la realidad, en la que se propone un diseño secuencial explicativo que pretende ofrecer respuestas en torno a la relación entre Educación Social, como profesión de carácter pedagógico, y las diversas expresiones en las que se materializa el fenómeno de la violencia en los entornos de acción socioeducativa. La violencia es reconocida como un problema multidimensional y contextual, que establece un continuum dinámico interconectado y de elevada complejidad, convirtiéndose en un lugar común en el plano de las relaciones sociales y, por lo tanto, un objetivo de transformación permanente para la Educación Social como profesión que pretende socializar las dinámicas de bienestar a través de una respuesta pedagógica basada en la cultura de paz y la práctica noviolenta. El estudio de las formas de violencia presentes en los contextos de acción socioeducativa permitió una exploración de las imbricaciones entre violencia directa, estructural y cultural y narrativas profesionales, dando como resultado la identificación de tres tendencias de la práctica socioeducativa: una tendencia vocacional-afectiva, una tendencia controladora-coercitiva y una tendencia profesional ético-reflexiva. Esta última tendencia muestra evidencias de un ajuste adecuado al desarrollo profesional. Tomando como referencia esta última tendencia, como una herramienta del profesional para pensar sus propias dinámicas de ajuste al rol, se proponen una serie de capacidades que toda práctica socioeducativa debería tener para ser considerada tal: capacidad racional, capacidad relacional, capacidad ética y capacidad política. A través de la propuesta de una teoría ontopraxeológica de la Educación Social, es decir, la forma en que como saber en acción logra, en su paso a la acto, materializar dichas capacidades, se ofrecen las bases para elaborar un modelo de análisis de buenas prácticas atendiendo estas capacidades de la propia acción profesional y a la participación de los diferentes agentes sociales implicados en el contexto de la práctica socioeducativa: las personas gestoras de las políticas sociales, las propias instituciones y organizaciones de carácter social, los equipos de trabajo que integran diferentes tipos de profesionales, el propio sujeto profesional y la ciudadanía implicada en el desarrollo de las diversas acciones socioeducativas. Para ello, se reconoce que dichos agentes sociales influyen en el desarrollo de la Educación Social en aquellos contextos en los que ésta tiene lugar, pero su participación determina la posibilidad de desarrollo de buenas prácticas completas, incompletas o inexistentes.