El proceso de emancipación desde acogimiento residencial. Habilidades adaptativas a la vida adulta y percepciones sobre sus procesosuna aproximación interseccional

Laburpena

La juventud atendida en acogimiento residencial está compuesta por perfiles muy diversos y presenta unas necesidades, realidades y experiencias vitales diferenciadas. A los 18 años inician su proceso de emancipación de manera acelerada y deben demostrar unas capacidades y responsabilidades que son inimaginables para el resto de la población a esa edad. Este hecho provoca que la población joven que abandona los centros residenciales deba priorizar su estabilidad económica y residencial. Se tienden a buscar formaciones que puedan mejorar su empleabilidad de manera rápida, dejando de lado cualquier proyecto más ambicioso. Así mismo, en todo este proceso, los factores personales y sociales juegan un papel fundamental. Contar con la preparación y las habilidades adecuadas para adaptarse a la vida adulta es uno de los principales retos del proceso de emancipación desde acogimiento residencial. Los programas de apoyo a la emancipación han ayudado a moderar el riesgo en su transición; sin embargo, las plazas disponibles y el tiempo de permanencia son limitados. El objetivo de esta investigación es el de identificar las fortalezas y debilidades en la capacidad adaptativa a la vida adulta que presenta la juventud egresada de los centros residenciales, poniendo especial atención a las diferencias según el sexo y el origen. La muestra está compuesta por 53 jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 24 años, que abandonaron el centro residencial y ha pasado por servicios o programas de apoyo a la emancipación durante el período 2016-2022. Se ha seguido una metodología mixta, combinando el uso de métodos cuantitativos y cualitativos. Por un lado, se ha aplicado la adaptación española del cuestionario ABAS-II con profesionales, para conocer el nivel en habilidades adaptativas de la muestra. Por otro, se han realizado entrevistas en profundidad con cada una de las 53 personas jóvenes para que aportasen sus percepciones y reflexiones acerca de su transición a la vida adulta. Los resultados muestran diferencias estadísticamente significativas en la conducta adaptativa, con mejores resultados para las mujeres y para las personas de origen extranjero en prácticamente todas las áreas de adaptabilidad. Todos los grupos, aunque en diferentes niveles de adaptación, obtienen sus mejores puntuaciones en las habilidades adaptativas propias del cuidado del hogar. Sus debilidades de adaptabilidad se encuentran en el índice Social, que incluye el área de habilidades en ocio y en relaciones sociales. Se concluye que las habilidades adaptativas a la vida adulta varían significativamente dependiendo del perfil. Las prioridades se deben centrar en asegurar la continuidad del proceso de preparación para la vida adulta tras cumplir la mayoría de edad. Se debe trabajar para disponer de planes emancipación estructurados, personalizados y adecuados a las necesidades de cada joven, diseñados desde la perspectiva de género y con un enfoque interseccional.