El envejecimiento activo y su incidencia en la experiencia de ocio

Abstract

El envejecimiento activo entendido como «el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen» (O.M.S., 2002:79) considera el envejecimiento como una experiencia positiva, una vida más larga acompañada de oportunidades continuas de salud, participación y seguridad. Este concepto se basa, tanto en el reconocimiento de los derechos humanos de las personas mayores, como en los principios de las Naciones Unidas de participación, salud y seguridad. En el contexto del envejecimiento activo, el ocio entendido desde una perspectiva humanista como una «vivencia satisfactoria propiciada por un estado mental que permite disfrutar de algo con lo que otros tal vez no disfrutan» (Cuenca, 1995:55), aparece como un elemento clave para hacer del envejecimiento una experiencia positiva desde un triple punto de vista: el ocio como un derecho humano fundamental, como una experiencia integral y como vivencia personal que da lugar a diferentes maneras o «estilos » de vivirlo. Se ha escrito y reflexionado sobre los determinantes del envejecimiento activo desde que en 2002 la O.M.S. identificara seis determinantes a los cuales se suman otros dos, de carácter transversal (sexo y cultura). Sin embargo, en una sociedad apodada «del ocio» y, en una etapa del ciclo vital en la que el tiempo libre y el ocio cobra especial importancia, poco se ha trabajado sobre el papel del ocio como determinante de un envejecimiento activo. Sus beneficios para el ser humano convierten este fenómeno en un elemento de suma importancia en el conjunto de determinantes que favorecen el envejecimiento activo. El ocio no sólo es un derecho de las personas mayores sino una experiencia personal; Ello implica reconocer que los mayores no son un grupo homogéneo; no todos los mayores tienen el mismo estilo de vida y, consecuentemente, tampoco el mismo estilo de ocio.